LA VIDA EN PAREJA
La pareja, que al comienzo son dos,
han de ser uno en el futuro, pero siendo cada uno, uno.
Pareja: vivir para el otro, vivir de
la vida del otro, vivir en el otro.
Vivís juntos porque os complementáis
espiritualmente, porque os comprendéis intelectualmente, porque cada uno
desea que el otro llegue a ser lo que es.
La pareja necesita del esfuerzo de
cada día para hacerse, y muchas veces para rehacerse.
A vuestra unidad se llega a través
de vuestra complementación, no a través de vuestra igualdad.
No es lo misma convivir que
cohabitar. Para cohabitar es suficiente contar con el cuerpo. Para convivir
se necesita armonía en el alma y en el espíritu.
No debes formar pareja con un ideal
abstracto, sino con una persona concreta.
El matrimonio no es la meta de un
camino, sino más bien el punto de partida. El matrimonio es un camino hacia
cimas cada vez más altas, lo cual exige superar no pocas dificultades.
No fundes tu matrimonio en
consideraciones intelectuales, ni en aspectos sexuales, ni en conveniencias
sociales, ni en tu propia conveniencia. Sería como construir una casa sobre
arenas movedizas.
Una pareja será sólida cuando cada
uno haya desarrollado ideas claras, una emotividad sana, una voluntad firme.
Las parejas que actúan desunidas es
que han pensado poco el uno en el otro. Cada uno ha pensado más en sí mismo.
La ley básica en la pareja: soportar
y soportarse. Pero existen muchos que no han desarrollado la virtud
suficiente ni para soportarse a sí mismos.
Habéis de tener en cuenta la vida de
trabajo que lleváis fuera de casa y la que lleváis dentro de casa. Procurad
compartirlo todo. Todo.
Estás muy tenso-a porque te han dado
un disgusto en el trabajo. Antes de llegar a casa da una vuelta alrededor de
la manzana para desfogar tus nervios.
Entre los dos diseñad un hogar en
donde sea posible recobrar la paz interior después del trabajo.
No dejéis de aprovechar las
ocasiones de dar un paseo juntos, aunque sea corto. Si es por un parque o en
plena naturaleza, mejor.
Mujer: no confundas sencillez con descuido.
No te presentes de cualquier manera ante tu esposo.
Esposo: te digo lo mismo.
Cada uno ha de cuidar su aspecto y
conocer los gustos del otro. De cómo gusto más al otro.
En la mesa no os pongáis a mucha
distancia el uno del otro. Si os podéis tocar mejor.
Lo mejor es que una vez puesta la
mesa no os tengáis que levantar.
Cuando os sentéis a comer dejad a un
lado las revistas, los periódicos. Apagad la radio, la televisión. Cada uno
de vosotros ha de estar para el otro y con el otro.
Uno se puede irritar de muchas
formas: no escuchando, no contestando, haciendo callar constantemente...
Tenedlo siempre presente para no irritaros.
Estaréis más unidos si meditáis
juntos, si leéis juntos, si os masajeáis el uno al otro.
Puede llegar un día en que los defectos
del otro pueden parecer mayores que sus cualidades. Podéis elegir el camino
de la desilusión o de la comprensión. Vendrá la comprensión si sois humildes
y generosos.
Los roces entre vosotros comienzan
siendo pequeños. En ese momento sentaos a dialogar. No los dejéis crecer.
Todo desarrollo humano pasa por
crisis de crecimiento. La crisis purifica, mejora. La vida en pareja es
desarrollo humano bajo la inspiración de lo Divino.
Vuestras diferentes maneras de
pensar, los distintos gustos o aficiones no son motivo de problemas mientras
existe un clima de amor. Pero pueden llegar a serlo si falla el cariño.
Saber callar a tiempo es una fórmula
mágica que ahorra muchos disgustos.
Lo peor de una discusión no es el
momento de la pelea, sino el "mal sabor" que deja. Si eso os ocurre
salir juntos a daros un buen paseo y luego meteros en la bañera con agua
templada y sales relajantes -las de romero van muy bien- hasta que se os pase
la resaca de la riña.
Cuando ella llore muy amarga por
algo que tú consideras una tontería trata de comprenderla, de reconocer tus
culpas o defectos y si es necesario de pedirle perdón. Y tú, mujer, sé
humilde para aceptarlo y cesar en tus lágrimas.
Recordad que la ropa sucia se lava
en casa. No debéis consentir que nadie se entrometa en vuestros asuntos.
Nadie.
Si vuestros egoísmos son muy
acentuados a veces es muy necesario que alguien desde fuera os haga ver
vuestros defectos, aunque no os guste esta ayuda. En ocasiones es necesaria
la ayuda de un profesional.
¿En quién ha estado la causa de la
riña? Aquí, como en todo, la responsabilidad hay que compartirla entre los
dos.
A veces, eso que tú llamas defecto
es una característica de la personalidad del otro que tú no aceptas.
No comparéis vuestros problemas con
los de vuestros amigos. Cada casa es un mundo.
Tomad todas las decisiones entre los
dos. Dialogando, no discutiendo.
A veces las dificultades vienen
porque uno de los dos es más hijo de sus padres o padre de su hijo que esposo
de su cónyuge. No te olvides de poner cada cosa en su sitio.
Trata de que tu cónyuge no sea sólo
esposo, sino también amigo y amante.
Si sentís la necesidad de salir
mucho con otras parejas, es que algo va mal.
Cada uno debe ayudar al otro a
realizarse al máximo como persona. Pero sin pretensiones de maestro.
Ninguno de los dos ha de criticar al
otro delante de otras personas. Y mucho menos estando el otro ausente.
Si cada vez tenéis un círculo más
reducido de amistades, algo funciona mal en vosotros.
La mayoría de veces para que exista
comprensión se necesita respeto y estima.
Olvidaos pronto del Yo y del Tú, y
empezad a conjugar el nosotros.
Primero tenéis que dar. Luego
podréis pedir. Pero no a la inversa.
No ayuda a corregir los defectos del
otro el estar recordándolos cada día a cada hora. Esto hace el efecto de los
golpes de un martillo sobre un clavo. Hace más difícil poder arrancarlo.
No digas que no necesitas a nadie
para ser feliz. Ser feliz es un verbo que se conjuga en plural.
El amor hay que cultivarlo cada día,
sino se muere.
No descuides los pequeños detalles,
cada día, para el otro.
Ninguno de los dos debe creer que
está en posesión de la verdad. Creerse en la verdad no sirve para una vida de
comprensión y ayuda.
Por lo general el hombre es más
concreto y realista. La mujer, más idealista e imaginativa. Para la felicidad
de la pareja se necesita realismo e idealismo.
El hombre "ve". La mujer
"oye". El hombre mira y escudriña lo cercano y lo lejano, el mundo
de las cosas y de las acciones humanas. La mujer escucha la voz del corazón,
las palabras cargadas de sentidos siempre nuevos y siempre viejos.
El estilo de la mujer es con
frecuencia radical: o todo o nada, o siempre o nunca, o éste o nadie.
Norma de oro para solucionar
vuestras diferencias: la verdad con la caridad. La inteligencia con el amor.
¿No tenéis nada que deciros? Señal
de que los dos sois bastante egoístas.
Mire, es que nosotros somos poco
habladores. Si, ya lo sé, en vuestra casa habla la televisión.
Sembrad ilusiones. La naturaleza nos
enseña que antes que la flor está la semilla, el tallo, las hojas...
Vuestra felicidad nunca será fruto
de la casualidad o de la buena suerte. Es fruto de mucho trabajo, de mucha
generosidad, de mucha entrega...
Habéis de recordar muchas veces este
refrán castellano: manos que no dais ¿qué esperáis?
ACTIVIDAD
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